sábado, 7 de noviembre de 2009

Introducción

“Semblanza de un luchador” es una pequeña publicación que el Dr. Atilio Roncoroni, mi abuelo, realiza en 1973; con motivo del centenario del nacimiento de su padre “Don Juan Roncoroni” En el referido trabajo, mi abuelo describe la personalidad y vida de su progenitor, aportando datos históricos, genealógicos y anécdotas sobre la familia Roncoroni; haciendo uso de la prosa efectiva y bella que lo caracterizaba. Sin lugar a dudas, las resumidas líneas que describen a mi bisabuelo y a las personas de su entorno, constituyen un enorme legado que inmortaliza a quienes nos precedieron. La historia comienza describiendo con algunos plumazos sustanciosos y certeros a Don Natalio Roncoroni, el padre de Don Juan. Mi tatarabuelo es presentado como un italiano rústico y trabajador proveniente de Lombardía. Gracias a mi abuelo yo puedo imaginar la vida y cotidianeidad de aquel primer Roncoroni, de nuestra rama, que en el siglo XIX bajo de un barco para comenzar a construir carruajes en las inmediaciones de lo que hoy conocemos como Plaza Lavalle en la ciudad de Buenos Aires.
No es necesario que describa todo el libro, es más fácil que los invite a leerlo. Sin embargo me gustaría realizar un pequeño aporte sumando nuevos relatos a las historias ya descriptas por el Yeyo (así le decíamos, y así lo recordamos en la familia a nuestro abuelo paterno). Humildemente referiré algunos hechos que he escuchado y forman parte de la tradición familiar, y otros que he vivido en la infancia.
La responsabilidad es enorme. Por un lado me surgen las ganas de continuar con la historia que comenzó a ser contada por una de las mentes más lucidas y admirables que he conocido, y no es fácil estar a su altura. Y por otra parte ciento que hay mucho hechos, y personas de mi familia que deben ser rescatadas del olvido, como el Yeyo rescató a aquel italiano de manos callosas y vigorosos músculos que supo proveer de vehículos tracción a sangre a los Generales Roca y Mitre. Como también lo hizo con el autor de sus días acercándolo con su “Semblanza de un luchador” para aquellos que ni siquiera tuvimos la oportunidad conocerlo personalmente.
Simplemente espero que estos hechos sirvan a mis nietos para que mis padres y abuelos sean seres firmemente incorporados a su historia. Mi bisabuelo, Don Juan Roncoroni, murió el 4 de agosto de 1946, a mi me toco nacer 19 años después. Sin embargo llevo a aquel viejo en mi corazón. Aquí comienzo, aunque ignoro que tan largo sea mi aliento.


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